Esta enfermedad es denominada por los especialistas como el “enemigo silencioso”, debido a que es una lesión irreparable en el nervio óptico, provocada por un fuerte aumento de la presión intraocular, causando pérdida de visión en la periferia del campo visual.
Ocurre cuando se acumula líquido en la parte anterior del ojo. Esto hace que aumente la presión en el ojo (presión ocular). El aumento de la presión ocular puede causar daño en el nervio óptico, que envía información del ojo al cerebro. El daño al nervio óptico puede causar problemas graves de visión.
No causa molestias ni dolor en el paciente, por ello cuando se quiere dar cuenta es tarde.
La detección precoz es el mejor aliado, una de las formas de detección es la toma de tensión intraocular que debe realizar su óptico u oftalmólogo, de ahí la importancia de las revisiones anuales en especial a partir de los 45 años.