La forma en que experimentamos la música y el habla difiere de lo que se creía hasta ahora, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Linköping (Suecia) y la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (Estados Unidos) publicado en la revista Science Advances, y podrían permitir diseñar mejores implantes cocleares.
Los investigadores recuerdan que el sonido de las voces de otras personas es importante para nosotros, y nuestra audición está dirigida a experimentar y distinguir las voces y el habla humana. El sonido que llega al oído externo es transportado por el tímpano hasta el oído interno en forma de espiral, también conocido como cóclea.
Las células sensoriales de la audición, las células ciliadas externas e internas, se encuentran en la cóclea. Las ondas sonoras hacen que los “pelos” de las células ciliadas internas se doblen, enviando una señal a través de los nervios al cerebro, que interpreta el sonido que oímos.
“Nuestro estudio demuestra que muchas células del oído interno reaccionan simultáneamente al sonido de baja frecuencia”
Durante los últimos 100 años hemos creído que cada célula sensorial tiene su propia “frecuencia óptima” (una medida del número de ondas sonoras por segundo). La célula ciliada responde con mayor intensidad a esta frecuencia. Esta idea significa que una célula sensorial con una frecuencia óptima de 1000 Hz respondería con mucha menos fuerza a los sonidos con una frecuencia ligeramente inferior o superior. También se ha supuesto que todas las partes de la cóclea funcionan de la misma manera.
Ahora, sin embargo, un equipo de investigación ha descubierto, en experimentos en la cóclea de cobayas, cuya audición en la región de baja frecuencia es similar a la de los humanos, que no es así en el caso de las células sensoriales que procesan el sonido con frecuencias inferiores a 1000 Hz, consideradas como sonido de baja frecuencia. Los sonidos vocálicos del habla humana se encuentran en esta área.
“Nuestro estudio demuestra que muchas células del oído interno reaccionan simultáneamente al sonido de baja frecuencia. Creemos que esto facilita la experiencia de los sonidos de baja frecuencia, ya que el cerebro recibe información de muchas células sensoriales al mismo tiempo”, afirma Anders Fridberger, profesor del Departamento de Ciencias Biomédicas y Clínicas de la Universidad de Linköping.
Los científicos creen que esta construcción de nuestro sistema auditivo lo hace más robusto. Si se dañan algunas células sensoriales, quedan muchas otras que pueden enviar impulsos nerviosos al cerebro.
No sólo los sonidos vocálicos del habla humana se encuentran en la región de baja frecuencia: muchos de los sonidos que componen la música también se encuentran aquí. El do central de un piano, por ejemplo, tiene una frecuencia de 262 Hz.
“El diseño de los implantes cocleares actuales se basa en la suposición de que cada electrodo sólo debe estimular el nervio en determinadas frecuencias”
Estos resultados pueden llegar a ser importantes para las personas con deficiencias auditivas graves y el tratamiento más exitoso disponible actualmente en estos casos es un implante coclear, en el que se colocan electrodos en la cóclea.
“El diseño de los implantes cocleares actuales se basa en la suposición de que cada electrodo sólo debe estimular el nervio en determinadas frecuencias, de forma que se intenta copiar lo que se creía sobre el funcionamiento de nuestro sistema auditivo. Sugerimos que si se cambia el método de estimulación en las frecuencias bajas será más similar a la estimulación natural, y la experiencia auditiva del usuario debería mejorar de este modo”, dice Anders Fridberger.
Los investigadores planean ahora examinar cómo pueden aplicarse sus nuevos conocimientos en la práctica. Uno de los proyectos que están investigando se refiere a nuevos métodos para estimular las partes de baja frecuencia de la cóclea.